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sábado, 17 de agosto de 2013
No conecta la VPN de Cisco
viernes, 16 de agosto de 2013
Series de TV
El banquete de la producción audiovisual contemporánea tiene en las series de televisión el mejor bocado. Las audiencias no mienten: hay series que obtienen la fidelidad que muchos amantes quisieran para ellos.
Fidelidad y devoción. Pues se podrían contar por miles los fanáticos que repiten, una y otra vez, las seis temporadas de un proyecto llamado Los Soprano o de otro conocido como Mad Men. Ya pasaron seis años y dos meses desde que se emitió el último capítulo de Los Soprano y todavía hoy gana cautivos.
Así lo expresa el crítico de televisión Ómar Rincón, quien asegura que Breaking Bad, la serie cuya quinta y última temporada se emite desde el domingo pasado en Estados Unidos, hace mucho rato entró a la categoría de culto.
Infinidad de medios -especializados o no-, han analizado el impacto de esta serie en la historia actual de la televisión. Y explican parte de su poderosa atracción en el trabajo realizado porBryan Cranston en su representación de Walter White, un tranquilo profesor de química que llevado por las circunstancias, empieza a sintetizar metanfetaminas y luego a venderlas para convertirse en objetivo de la DEA. Y la bola de nieve adquiere proporciones impresionantes para este personaje, su cómplice y su familia.
"Creo que este proyecto gusta mucho entre el televidente más sofisticado. Los Soprano podría tener un poco más de pegamento al cine, Lost pertenece más a los fanáticos de las redes sociales, Mad Men es de los que somos más mediáticos y buscadores de historias. Esta serie le gusta mucho a la gente que conoce el lenguaje audiovisual y que sabe de fotografía y narración", dice Rincón.
Como valores fundamentales Breaking Bad tiene, según este analista, "la calidad del guión, la manera de contarlo, la fuerza del personaje y su antiestética televisiva". Rincón agrega que este es un personaje "angustiante, que no comete ninguna emoción esperanzadora. Yo creo que no hay mucha gente capaz de ver varios capítulos seguidos, es un personaje muy angustiante".
En una entrevista publicada por El País de España, Cranston describe su manera de construir el personaje.
"Pensé en mi padre, un tipo cargado de espaldas. Alguien deprimido cuando le vemos por primera vez. Ha visto pasar tantas oportunidades fallidas que solo pone un pie delante del otro. Quise que fuera invisible; su piel, su ropa, nada tenía que llamar la atención. Y luego está el pelo. Fundamental en su transformación. Me informé de los efectos de la quimioterapia, pero me interesó más cómo el pelo afecta a nuestra forma de leer un rostro. El pelo nos suaviza la cara. Por eso una cabeza rapada es lo contrario. Y si encima le dejas la barba, el efecto es amenazante".
Fidelidad y devoción. Pues se podrían contar por miles los fanáticos que repiten, una y otra vez, las seis temporadas de un proyecto llamado Los Soprano o de otro conocido como Mad Men. Ya pasaron seis años y dos meses desde que se emitió el último capítulo de Los Soprano y todavía hoy gana cautivos.
Así lo expresa el crítico de televisión Ómar Rincón, quien asegura que Breaking Bad, la serie cuya quinta y última temporada se emite desde el domingo pasado en Estados Unidos, hace mucho rato entró a la categoría de culto.
Infinidad de medios -especializados o no-, han analizado el impacto de esta serie en la historia actual de la televisión. Y explican parte de su poderosa atracción en el trabajo realizado porBryan Cranston en su representación de Walter White, un tranquilo profesor de química que llevado por las circunstancias, empieza a sintetizar metanfetaminas y luego a venderlas para convertirse en objetivo de la DEA. Y la bola de nieve adquiere proporciones impresionantes para este personaje, su cómplice y su familia.
"Creo que este proyecto gusta mucho entre el televidente más sofisticado. Los Soprano podría tener un poco más de pegamento al cine, Lost pertenece más a los fanáticos de las redes sociales, Mad Men es de los que somos más mediáticos y buscadores de historias. Esta serie le gusta mucho a la gente que conoce el lenguaje audiovisual y que sabe de fotografía y narración", dice Rincón.
Como valores fundamentales Breaking Bad tiene, según este analista, "la calidad del guión, la manera de contarlo, la fuerza del personaje y su antiestética televisiva". Rincón agrega que este es un personaje "angustiante, que no comete ninguna emoción esperanzadora. Yo creo que no hay mucha gente capaz de ver varios capítulos seguidos, es un personaje muy angustiante".
En una entrevista publicada por El País de España, Cranston describe su manera de construir el personaje.
"Pensé en mi padre, un tipo cargado de espaldas. Alguien deprimido cuando le vemos por primera vez. Ha visto pasar tantas oportunidades fallidas que solo pone un pie delante del otro. Quise que fuera invisible; su piel, su ropa, nada tenía que llamar la atención. Y luego está el pelo. Fundamental en su transformación. Me informé de los efectos de la quimioterapia, pero me interesó más cómo el pelo afecta a nuestra forma de leer un rostro. El pelo nos suaviza la cara. Por eso una cabeza rapada es lo contrario. Y si encima le dejas la barba, el efecto es amenazante".
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